La emoción generada por la producción del 4CV número 500.000 por parte de Renault a principios de 1954 fue más allá de su propia organización. Cientos de miles de niños franceses se lanzaron a por el coche esférico con la posibilidad de ganar un auténtico 4CV.
Una cifra de producción de medio millón es enorme a mediados de los años cincuenta. En el resto de las fábricas de Renault, tras la Segunda Guerra Mundial, la producción tardó bastante tiempo en ponerse en marcha, debido a la reconstrucción, pero también a la escasez de materiales. Por eso, el coche número 500.000 fue un gran impulso para la fábrica, para los empleados y para los concesionarios.
Renault publicó un folleto en el que aparecían cuatro 4CV aparcados en los Champs de Mars, detrás de la Torre Eiffel. A los cuatro coches les faltaban varias piezas. Se trataba de un limpiaparabrisas, una luz trasera, un tapón del radiador, una taza y un logotipo. Una copia más grande de la misma foto se exponía en los concesionarios y se ofrecía a todos los niños de Francia la posibilidad de enviar los "errores" que hayan encontrado. En una tarjeta de respuesta especialmente elaborada, los niños podían indicar qué piezas faltaban en los cuatro coches. Al explicar la respuesta, Renault informó al público de que cuatro de los 4CV eran del año 1954 y pidió a los participantes que fueran a buscar en las calles y en los concesionarios para encontrar las piezas que faltaban. Para evitar que haya varios ganadores, se hacían dos preguntas adicionales. La primera pregunta es cuántas revoluciones daba una rueda de un 4CV cuando recorría 100 km. Se describía detalladamente la forma de llegar a la respuesta correcta. El 17 de marzo de 1954, un agente judicial recorrió dicha distancia en el circuito de Montlhéry. La medición se realizó en la rueda delantera derecha equipada con un neumático Renault de 5,0 x 15 con una presión de 0,9 kg.
La segunda pregunta adicional, que los niños debían responder, consistía en describir en una frase de un máximo de 15 palabras cuál creían que era la razón principal del éxito del Renault 4CV. Se ha dejado espacio para ello en la tarjeta de respuesta. Que el sorteo era muy serio lo demostraba el hecho de que los participantes tenían que enviar su tarjeta completada al notario Desagneaux en París. Era importante que el sobre tuviera un sello de 15 francos y que la tarjeta de participante se enviara a más tardar el 14 de marzo de 1954.
Foto: Clases enteras de colegios se arremolinaban en torno a los 4CV de toda Francia para rellenar correctamente el concurso.
Los participantes debían tener entre 6 y 17 años y haber nacido entre el 1 de febrero de 1937 y el 1 de febrero de 1948. El uso de la tarjeta de respuesta era obligatorio y cada niño podía participar sólo una vez.
La seriedad del concurso se hacía patente al ver los premios que se ofrecían. Había nada menos que cinco premios principales: un auténtico Renault 4CV. Los ganadores recibirían sus coches en París. El viaje, que incluía una estancia de dos días en la capital francesa con los dos padres, lo proporcionaba Renault. Otros mil niños recibirían como premio una maqueta en miniatura del 4CV y un diploma de "Campeón del 4CV". Una pena para los niños cuyos padres trabajaban para Renault, tanto en las fábricas como en los concesionarios, ya que no tenían ninguna posibilidad de ganar los cinco coches, pero no estaban discriminados en los modelos en miniatura.
Foto: La foto también se exhibía en los escaparates de todos los concesionarios de Renault.
Uno de los cinco ganadores fue Maxime Butel que, como podemos leer en el Álbum 4CV de Dominique Pagneux, aún recuerda muy bien todo el proceso de presentación. De niño, ya estaba obsesionado con los coches. Al igual que sus amigos, rellenó el formulario con mucha seriedad en su momento. Se discutió mucho entre ellos, pero cada uno anotó sus propias conclusiones en la tarjeta de respuesta. Su padre incluso lo llevó al concesionario, aunque nunca imaginó que su hijo ganaría uno de los principales premios. Un mes después, llegó a la familia Butel una pesada carta en la que se anunciaba la buena noticia.
Como su padre no tenía permiso de conducir, se llamó a un conocido para que recoja el nuevo 4CV. El coche estaba aparcado en un garaje cercano y Maxime fue a verlo y a sentarse en él todos los días. Pero la felicidad no duró mucho. Su padre vendió el coche porque no podía conducirlo. Tras obtener su propio permiso de conducir, Maxime condujo nada menos que cuatro 4CV.
El concurso fue un gran éxito para Renault. Se recibieron nada menos que 327.008 tarjetas de respuesta.
Foto de la derecha: Orgulloso como un pavo real Maxime Butel se sienta al volante del flamante Renault 4CV que ha ganado.